Marcelino Champagnat

Marcelino Champagnat nació el 20 de mayo de 1789 en la aldea de El Rosey, cercana a la ciudad de Lyon. Eran los tiempos de la Revolución Francesa.
Sus padres, Juan Bautista Champagnat y María Chirat eran campesinos dedicados a su familia y al trabajo. Tuvieron gran influencia en Marcelino al inculcarle los valores de la fe Católica junto con una tía que vivía con ellos.

Cuando era niño, fue a la escuela de su pueblo, pero al ver a un profesor golpear fuertemente a otro niño, decidió no volver. Su papá se lo permitió y se lo llevó a trabajar al campo. Le confió unas borregas para que las cuidara, y con el tiempo logró desarrollar su propio negocio.

En 1805 ingresa al seminario menor de Verrieres animado por un sacerdote. Este le dijo “hijo mío, tienes que ser sacerdote, Dios lo quiere”. Desde entonces Marcelino acogió en su corazón lo que Dios quería de él y nunca dudó de responder “sí” a su llamado.

En 1816 pasa al seminario mayor de Lyon, donde con otros compañeros, se consagran a la Santísima Virgen María y fundan la “Sociedad de María”. Una familia que más tarde alcanzaría todos los países del mundo anunciando la Buena Noticia del Reino bajo el auspicio de la Santísima Virgen.

El 15 de agosto del mismo año inicia su ministerio apostólico como vicario de “La Valla”, un pueblito de la montaña donde no se hablaba bien el idioma francés, y donde, por la pobreza generalizada en medio de la guerra, los niños no tenían a nadie que les enseñara lo mucho que Dios nos quiere y lo maravilloso de este amor en la persona de María Santísima.

Un día le toca acompañar a un niño moribundo llamado Juan Bautista, y para su sorpresa no sabía nada de Dios y de su grandísimo amor por nosotros. Fue entonces que decidió impulsar el proyecto de fundación de hermanos religiosos dedicados a ayudar en la educación de niños y jóvenes.

El 2 enero 1817 recibe a dos jóvenes de la montaña que aceptan su invitación de iniciar la obra. Primero les enseña a leer y escribir, luego las cuentas y más tarde aceptan la dirección de la escuela en “La Valla”. Esta fue la primera Escuela Marista.

Movido por el gran amor de Jesús y María, el testimonio de Marcelino fue ganando cada vez más jóvenes para este proyecto de Dios.

El Espíritu que se desarrolló en esta nueva familia se caracterizaba por su enorme confianza en Dios y su devoción a la Santísima Virgen María a quien cariñosamente llamaban “Nuestra Buena Madre”.

Marcelino consideró que todas las escuelas maristas debían de colaborar estrechamente con los padres de familia para ofrecer a los jóvenes:

A) Un proyecto educativo que armonizara la fe, la cultura y la vida.

B) Que presentara la cultura como un medio de comunión entre los seres humanos y el saber como un compromiso de servicio.

C) Que formara buenos cristianos y virtuosos ciudadanos, dentro de un ambiente de trabajo y amistad.

El 6 de junio de 1840 muere el Padre Champagnat. Era sábado, víspera de Pentecostés. Su testimonio de vida por el compromiso con los niños y jóvenes pobres de su tiempo, es hoy para nuestra Iglesia un regalo que nos anima a ser mejores cristianos, y ciudadanos y ciudadanas responsables por la suerte de nuestros pueblos.

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